Entre Project Morpheus y las fauces de un dragón

La realidad virtual cambió nuestro mundo


Como periodista especializado en videojuegos, he reportado cualquier cantidad de noticias sobre la realidad virtual a lo largo del último año y la ironía es no tener idea de cómo es sumergirse realmente en esa tecnología. Eso cambió hoy durante el E3 en el "booth" de PlayStation, y uso las comillas porque la demostración que probamos fue tan exclusiva que nos llevaron, literalmente, a un cuarto en la parte de atrás del piso de exhibiciones.


Después de que se diluyó un poco del misterio, nos topamos con un par de pantallas y otro de asesores de PlayStation quienes, amablemente, nos presentaron 2 demos diferentes. En el primero, era necesario sentarse en una especie de puff en el piso. Desde ahí, sabías que venía algo diferente, pues para jugar un título estándar, lo único que hace falta es una silla estándar y, a veces, ni eso.


Una vez recostados, el asesor sacó la joya en la corona de Sony: Project Morpheus. No les mentiremos: el dispositivo es voluminoso y, aunado a los cables que lo acompañan, así como los audífonos, lo es aún más, pero no es pesado y, al final del día, eso es quizá lo más importante, pues la idea será que lo usemos durante periodos prolongados. El asesor nos colocó Project Morpheus y no queríamos ni tocarlo ―no fuese a ser que lo rompiéramos o algo por el estilo―. Luego de tener las gafas puestas, nos pidieron que modificáramos manualmente la inclinación del lente. Esto cambia la nitidez de la pantalla, del mismo modo en el que el ángulo de apreciación distorsiona una imagen tridimensional.


Luego de ponernos cómodos y de que la imagen fuera la adecuada, el asesor acomodó el lente y nos colocó los audífonos que no ajustaron perfectamente debido a la diadema del aparato, aunque a final de cuentas podíamos escuchar.


El nombre del primer juego que probamos es Street Luge y, como su nombre lo indica, se trata de recostarse sobre una especie de patineta y bajar por una carretera montañosa a alta velocidad. Nada de paisajes y recorridos por la Toscana italiana. Sony ya piensa en hacerte sudar y sacarte el corazón.


La imagen que se desplegó frente a nosotros fue la de un torso acostado, de ahí la necesidad del puff y, en ese punto, la experiencia ya era más inmersiva que en cualquier juego que hayamos probado recientemente. "Mueve tu cuerpo para mover al personaje. Es intuitivo.", nos dijo el asesor y así lo hicimos.

Debo reconocer que, pese a tratarse de un juego, los primeros instantes de la experiencia de bajada a más de 100 km/h me hicieron sentir mariposas en el estómago y un poco de miedo. Los gráficos no estaban a la altura del PS4, sino más bien de su antecesor, pero con eso bastó para hacernos gritar cuando ante nosotros apareció el primer tráiler en sentido contrario. En realidad, no es el cuerpo el que dicta la dirección, sino la cabeza, pero, en efecto, es intuitivo y en instantes ya estábamos chocando por todos lados, pasando por debajo de los automóviles y gritando. No como sucede en una montaña rusa, pero gritar en un juego es algo inusual, especialmente cuando se trata de un título que no es survival horror o FIFA.


El demo considera detalles como el zumbido de los automóviles al pasar a alta velocidad por nuestro costado o el aleteo de las aves que alzaban el vuelo asustadas con nuestro recorrido de bólidos. Esto es lo bello de esta tecnología: con Project Morpheus me di una muy buena idea de cómo es descender a 150 km/h por una pendiente y esquivando vehículos, pero sin un rasguño. El potencial es enorme, la inmersión casi absoluta y el mareo, nulo. Eso es importante, aunque hay que acotar que después de varias horas, esto podría cambiar. No lo sabemos, pero en nuestra primera experiencia, nos sentimos más emocionados y contentos que con ganas de devolver la comida.


Luego vino el segundo demo. Éste era más bien una gala de precisión, pues funcionaba con los mandos de Move, uno en cada mano. El lugar virtual era una especie de campo de entrenamiento virtual a las afueras de un castillo. Mismo protocolo: colocarse las gafas, ajustarlas y ponerse los audífonos.


Ante nosotros aparecieron también unas manos acorazadas. Oprimir los gatillos de Move cerraba el puño y de inmediato nos vimos golpeando al más puro estilo de Many Pacquiao a un maniquí de caballero que estaba frente a nosotros. Incluso era viable arrancarle los brazos, bailar con él, agitarlo o volarle la cabeza. Sin embargo, faltaba lo mejor. Retrocedimos unos pasos (en la vida real, no con algún control), y encontramos espadas a nuestros lados. Hubo que reclinarse y asir una de cada lado. "¡Dual wield!" exclamó el asesor riendo. La precisión es excelente. No hay lag o si lo hay, es suficientemente sutil como para pasar desapercibido.


Comenzamos a golpear el maniquí. Honestamente fue una experiencia catártica, aunque existía el temor de asestar un puñetazo en la pantalla, como cuando el cumpleañero le da un palazo a la prima al tratar de romper la piñata. Afortunadamente, no sucedió y la demostración continuó.


Siguiente parada, la ballesta. Emergieron de la nada unas dianas sobre los árboles a la distancia y empezamos a disparar. La precisión nos dejó muy conformes, pero antes de que pudiéramos celebrar nada, escuchamos el aletear de algo sobre nosotros... algo grande, MUY GRANDE: ¡UN DRAGÓN!

La criatura pasó por encima de nuestras cabezas y supimos que faltaría algo más que una ballesta para salir de ésta. La bestia alada se posó frente a nosotros en un movimiento rápido y fue imposible no retroceder en el mundo real. Empezó a gruñir con fuerza y, de nueva cuenta, aunque sabía que era un juego, la sensación de agitación y emoción fue inevitable. Tristemente, no descubrimos qué sucedía después porque la demostración terminó. Concluí la sesión con una sonrisa de oreja a oreja, al igual que los demás miembros del staff que tuvieron el privilegio de probar Morpheus. Sobra decir que el potencial para los videojuegos es enorme y la inmersión, casi absoluta.


¿Qué no nos gustó? Casi nada, pero en el caso de Street Luge, los pixeles se veían muy grandes y eso nos sacó un poco de la inmersión al inicio. Fuera de eso, quedamos asombrados y con ganas de más, como si se tratara de nuestra montaña rusa favorita. Sin duda, una de las mejores y más innovadoras experiencias que su servidor ha vivido en un E3.

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