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A propósito de arsenal, llama mucho la atención la manera en que el sistema de progresión hace énfasis a la variedad de armas, cuando se trata de un juego desarrollado para matar en silencio y con la menor cantidad de balas de por medio en la mayoría de los casos, pero abordaremos este asunto un poco más adelante.
Uno de los aspectos que más polémica ha causado en esta entrega es el del Instinto, que no es otra cosa que un poder que le permite al Agente 47 cubrir su rostro momentáneamente cuando algún enemigo sospecha de su disfraz, predecir la ruta que habrá de caminar alguien o marcar y ejecutar a discreción (como en Splinter Cell: Conviction). Este poder está gobernado por una barra en la parte inferior derecha de la pantalla que se rellena con derribos silenciosos y otras acciones de sigilo, y se agota rápidamente cuando se usa, de modo que no se puede pasar un nivel valiéndose sólo de Instinto; es una herramienta con límites y por ello, nos parece que está bien implementada.
El sistema de cobertura es otra novedad que le viene bien al paquete de cualidades de Hitman: Absolution. Con presionar círculo o B, dependiendo la consola, el Agente 47 se adherirá a una superficie mejorando sus posibilidades de pasar desapercibido. Esto le inyecta modernidad a la jugabilidad, es útil pero no rompe con el equilibrio en ninguna forma.
Dicho lo anterior, sí hubo algunos detalles que nos dejaron inconformes. La única forma de hacer dinero para comprar armas, mejoras y disfraces es en la modalidad de Contratos. En la campaña no se hace dinero y no se puede seleccionar el arsenal a llevar como en iteraciones previas.
El problema con los Contratos es que se trata de un modo online que obliga a jugar los mismos niveles de historia pero aislados y bajo las condiciones que impone un tercero. En pocas palabras, si no están dispuestos a repetir los niveles en esta variación online, la única forma de recolectar todas las armas y disfraces será buscándolas en cada capítulo de la campaña, pero sin mejoras y sin poder usarlas cuando les plazca. Que no se nos malentienda, la modalidad de Contratos es una forma relativamente creativa de extender la rejugabilidad de Hitman: Absolution, pero no debería ser la única via de progresión para aspectos tan básicos como el arsenal, sin mencionar que la mayoría de los contratos ofrece una suma promedio de $200 mil dólares, cuando la mayoría de los artículos en el repertorio asciende a más de un millón.
Otro asunto a mencionar es el de las habilidades. Cuando se juega la campaña y se van terminando niveles, se desbloquean técnicas como Camaleón, que alarga la duración de la barra de instinto; Manejo de armas, que reduce el culatazo y el tiempo de recarga; o Iron Man, que permite al Agente 47 correr más rápido. Todos estos talentos aumentan en la medida en la que se avanza en la campaña, pero nunca queda claro qué hay que hacer en específico para acelerar el proceso o cómo funciona el mecanismo de progresión en sí, y los menús no están presentados de un modo intuitivo que resuelva estas dudas lo mismo aplica para los Contratos.
Finalmente está el asunto de la Inteligencia Artificial, que llega a ser inconsistente o a incurrir, más bien, en la estupidez artificial. Algunos enemigos serán capaces de notar algo raro en tu disfraz a 20 metros de distancia, pero en ocasiones no podrán verte incluso estando a un paso de ellos. No es algo recurrente o que destruya por completo el realismo, pero ocurre.
Como experiencia global y dejando de lado algunos pequeños detalles, Hitman: Absolution es un digno sucesor de la saga del asesino del código de barras. Luce bien, es variado, se juega con soltura y es adictivo gracias a su sistema de puntaje tipo arcadia. A ciertos aspectos que rodean al núcleo de la experiencia les hizo falta pulimento, pero de cualquier manera el paquete está bien presentado y será un deleite para los fanáticos de la franquicia.
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