Review

Dragon's Dogma

Una experiencia fascinante aunque inconsistente
LEVELUP 7.9 Regular

PROS:

Esquema de combate divertido y complejo

Alto grado de personalización para los protagonistas

Mundo extenso, atestado de monstruos y criaturas míticas

Majestuosas batallas con jefes

CONS:

Historia poco relevante y llena de paja

Narrativa aburrida

Todos los personajes carecen de identidad y personalidad

La imposición de recorrer distancias enormes

Pocas actividades para realizar dentro del mundo

Las misiones son poco interesantes

Iniciando con una premisa un tanto prometedora, las primeras escenas de Dragon's Dogma narran el despertar de un dragón, que en su furia matutina ataca una pacifica e idílica villa pesquera; nuestro protagonista, tan osado y poco racional, toma una espada para hacer frente al leviatán. Por supuesto, la criatura responde arrancándole el corazón al personaje principal, marcándolo como un Arisen, héroe legendario destinado a salvar al mundo. La historia acarrea una mayor carga de matices y detalles, se define por saturación de clichés y convencionalismos del género de fantasía.

Dragon’s Dogma supone el intento de Capcom –y de cierto modo, la industria nipona–, de apegarse al esquema de desarrollo occidental, aportando su propia dosis de originalidad, para crear un concepto que rinde tributo a los convencionalismos del RPG, pero bajo un esquema de acción y combate en tiempo real sumamente frenético. Y aunque comete graves errores, la realidad es que este título se consolida como una amalgama de influencias, que van de The Elder Scrolls V: Skyrim y Monster Hunter, hasta Devil May Cry, resultando así en una experiencia fascinante.

Si eres fan de este tipo de experiencias, puedes estar seguro de que nada en términos argumentales será particularmente provocativo, sino hacía la conclusión de la historia, cuando el desarrollo de la trama deja la fantasía pueril y estereotípica, para convertirse en un cuento sombrío de corrupción política, conspiraciones, y giros inesperados. El problema es que toma demasiado tiempo en alcanzar ese punto, y para llegar ahí debes atenerte a una narrativa que además de confusa en frecuentes dosis, tiende a lo sosegado y en ocasiones, hasta tortuoso.

No ayuda que el protagonista sea casi un fantasma, carente de identidad, sin personalidad que lo defina, ni trasfondo significativo. Podríamos echarle la culpa a la cualidad de modelar un héroe a nuestra preferencia, pero títulos como Mass Effect se rigen bajo la misma premisa y no por ello sacrifican el desarrollo de personaje. Lo más triste es que con todo y la pésima narrativa tan llena de paja, hay suficiente sustancia argumental para moldear una personalidad, pero no sucede, y ante crímenes, traiciones, o asesinatos de todo tipo, nuestro héroe permanece imperturbable.

Entre parajes arrancados de la mitología de Tolkien y The Lords of the Rings, a terminología propia de A Song of Ice and Fire, la ambientación de Dragon’s Dogma se construye sobre lo mejor de la fantasía medieval, ilustrado con majestuosos castillos, paisajes montañosos, verdes bosques y toda clase de lúgubres calabozos. En realidad, la escenografía es uno de las fortalezas del juego, sin mencionar que el reino de Gransys, donde se desarrollan los eventos de la historia, es un sitio enorme, que exige varias horas para recorrerlo en su totalidad, y eso considerando que no tuvieras misiones que cumplir. Al margen de escenarios llamativos, los habitantes de este reino mágico son el punto flaco de la atmosfera, dado que no tienen identidad, son maniquíes que en alusión a los juegos de antaño, conversan con dos líneas de dialogo, y caminan sin propósito de un lado para otro.

En ocasiones la interfaz se satura tanto de mensajes e indicaciones que es imposible seguir registro de todo lo que pasa, es caótico y poco funcional
En ocasiones la interfaz se satura tanto de mensajes e indicaciones que es imposible seguir registro de todo lo que pasa, es caótico y poco funcional

Lamentablemente no es Skyrim, y para el mismo efecto, tampoco Xenoblade Chronicles, en el hecho de que presenta un vasto escenario para tus hazañas, pero desprovisto de contenido y actividades a realizar. Mientras en la obra magistral de Bethesda no puedes dar un paso sin encontrar alguna novedad, u objeto que desencadene misiones, en Dragon’s Dogma lo único que obtienes son artículos poco relevantes, y el derecho a enfrentar un sinfín de criaturas, que van de bandidos acechando el camino, hasta quimeras y dragones en espera del almuerzo. El bestiario no es extenso, ni tan variado, pero al menos apela a la originalidad, complementando los clásicos orcos y trolls con criaturas propias de la mitología griega, como grifos o hidras, entre algunos ejemplos más.

Pero el corazón de Dragon’s Dogma descansa en su esquema de combate. Verás, este juego tiene más de acción que de RPG, y denota que el talento de Capcom para diseñar experiencias frenéticas no ha menguado con el paso de los años. Así, cuentas con tres clases disponibles: Fighter, Striker y Mage, representando el papel clásico de fortachón, asesino e invocador de hechizos, respectivamente; lo interesante es que sea la que elijas, no estás encadenando a usarla el resto de la aventura, y en una etapa temprana, puedes cambiar a las otras tantas veces desees. Adicional, hay tres clases híbridas que se suman a la diversidad, combinando las cualidades de las profesiones básicas; favorecer las combinaciones suena seductor, sin embargo cada una cumple un propósito especifico, y la idea es experimentar, labor que afortunadamente resulta gratificante.

Los sirvientes no son mercenarios huecos, ofrecen dialogo constante, aunque con frecuencia es repetitivo y termina cansando
Los sirvientes no son mercenarios huecos, ofrecen dialogo constante, aunque con frecuencia es repetitivo y termina cansando

Lo fascinante es que cada clase presenta un considerable repertorio de habilidades específicas, que cambian dependiendo del arma que tengas equipada. De ejemplo, ocupas una espada para ejecutar devastadores ataques y técnicas de esgrima, pero si recurres a una daga tus movimientos son mucho más veloces, prestos a una sucesión de combos, en tanto el escudo permite protegerte, pero también empujar a los enemigos o hasta lanzarte y derivarlos; para rematar, el arco brinda oportunidad de atacar a distancia por medio de distintos tipos de tiro, sin mencionar que sobran los hechizos a aprender. Al final, quedas con un amplio catálogo de donde elegir, con la virtud de poder crear un personaje a tu medida, eligiendo qué habilidad esté asignada a cada botón.

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