Guerra moderna… ¿y luego qué?

Reflexionamos sobre el futuro de los FPS


Los puristas del género FPS han jugado por décadas con teclado y mouse e incluso ven al control de consola como una alternativa imprecisa y poco profesional. No dudamos que la realidad virtual sea posible y quizás hasta barata en menos de una década, pero si no logra ser también intuitiva y natural en su implementación, fracasará en los juegos de disparos y en general. Basta con echar un vistazo al 3D para darse cuenta de lo que podría pasar. La gente se sintió incómoda y la experiencia era todo, menos natural. Dicho lo anterior, más que trabajar en la arquitectura, las compañías que apuestan por la realidad virtual tienen que resolver el asunto de la aceptación, pero de que será viable, lo será y podría revolucionar por completo al género.

Evolución contextual de los FPS

Podríamos decir que desde la perspectiva del argumento, los FPS contemporáneos están en su adolescencia y probablemente se queden ahí por siempre debido a su naturaleza. Salvo por casos excepcionales como tal vez el de Homefront que es una distopia futurista, los títulos de disparos en primera persona viven perdidos en la neblina de la guerra moderna, esto gracias al éxito de Call of Duty y otra serie de factores, algunos de ellos incluso geopolíticos, que escapan al videojuego y dejaremos para otro artículo.

¿Qué sigue? Bueno, si con esa interrogante pretendemos llegar a una respuesta donde el retrato de la conflagración bélica ya no exista, terminaremos decepcionados. Los juegos de disparos con el término “guerra” incluido en su descripción seguirán existiendo por muchos años, incluso décadas, porque, como decía Erasmo, “la guerra es buena para quienes no la han experimentado” y porque además el propio nombre del género demanda que haya un conflicto bélico, punto.

Cosas diferentes se han intentado y el índice de fracaso es más elevado del que las distribuidoras están dispuestas a aceptar. Basta con tomar como ejemplo al caso de Mirror’s Edge para ilustrar la repulsión preexistente hacia los conceptos que pretenden salirse del esquema. Con Mirror’s Edge, DICE intentó una aproximación más “vanguardista” del FPS. Una donde la movilidad era más importante que el disparo y lo minimalista se anteponía al escándalo y el frenesí tradicional de la guerra. Hoy es un juego casi de culto, pero pregúntenle a EA cuánto dinero generó.

BioShock escapa a la regla, pero repetimos: son casos muy contados y el riesgo es elevado, pues generar ideas nuevas es costoso y no hay garantía de éxito. Ante esto, tengan por seguro que la guerra simple y llana seguirá siendo el paraje más socorrido por décadas.

Ahora bien, si por “¿qué sigue?” nos referimos al contexto, entonces tenemos algunas otras opciones.

Lo más probable es que los FPS de los próximos 5 años hagan escala en escenarios futuristas posteriores a lo contemplado en Black Ops II, pero no lo suficiente como para empalmarse con Halo. Es decir, hablamos de guerras terrestres situadas en entornos a la Minority Report o la más reciente reinterpretación de Total Recall, donde más que las mecánicas de juego, lo que varíe sea la envoltura, con autos voladores y armas que hoy son experimentales, como rail guns, microondas, invisibilidad, drones, tal vez incluso jugando con la gravedad al más puro estilo de Inversion. Esa es una hipótesis.

Otra es la de regresar un poco a conflictos históricos no explorados como la Guerra de Corea o la Guerra de los Balcanes. En esencia sería lo mismo, pero los actores cambiarían un poco. Irse más atrás queda prácticamente descartado porque las armas previas a la Segunda Guerra Mundial son más arcaicas y frenarían demasiado el ritmo de juego vertiginoso al que ya estamos acostumbrados, así que pueden olvidarse de la Revolución Francesa o algo por el estilo. Tomar conflictos en tiempo real como la guerra civil en Siria o la guerra civil de Sudán también queda fuera, ya que es políticamente incorrecto.

Comentarios

  • Facebook

  • Tarreo (33)

 
 
  • Mejores

  • Nuevos

    Advertising