La descontinuación de la Nintendo 3DS y el cierre de su tienda digital han provocado un aumento explosivo en su precio, llegando a rivalizar con el costo de consolas de nueva generación, haciendo que su tecnología única y la creciente escasez la conviertan en un codiciado artículo de colección que continúa revalorizándose día a día, llegando a valores que han comenzado a llamar la atención de la comunidad.
El mercado de los videojuegos de segunda mano está presenciando un fenómeno financiero sorprendente, viendo como la revalorización agresiva de la familia de consolas Nintendo 3DS va en aumento, ya que lo que hasta hace años era un dispositivo común en las mochilas de millones de usuarios, hoy se ha transformado en un artículo de lujo cuya cotización desafía la lógica de la obsolescencia tecnológica. Desde que Nintendo cesó oficialmente la producción de estos sistemas en septiembre de 2020, el stock disponible se ha vuelto finito, creando un cuello de botella en la oferta.
A esto se sumó el cierre definitivo de la eShop en marzo de 2023, lo que eliminó la vía legal para adquirir juegos digitales, disparando el valor de los cartuchos físicos y de las consolas que aún conservan bibliotecas digitales instaladas. Este escenario ha provocado que modelos como la “New Nintendo 3DS XL” alcancen cifras en el mercado de usados que oscilan entre los 200, 350 dólares y mucho más, acercándose o superando peligrosamente al costo de venta al público de hardware de última generaciónn como la Nintendo Switch 2.
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De dispositivo de uso cotidiano en un activo de inversión
Según los reportes en redes sociales y foros de la comunidad de coleccionistas, la situación actual no es meramente producto de la oferta y la demanda natural, los cuales son factores externos que han acelerado esta inflación. La especulación se ha apoderado del sector, con revendedores que acaparan unidades en buen estado sabiendo que su valor solo puede aumentar.
Además, la influencia mediática ha jugado un papel crucial, como se puede ver en comentarios recientes y retrospectivas de figuras públicas de alto perfil, los cuales han reavivado el interés en la plataforma, generando picos de búsquedas masivas y compras impulsivas que drenan el mercado de unidades disponibles, permitiendo a los vendedores inflar los precios ante una audiencia dispuesta a pagar por recuperar un fragmento de su infancia.
Para comprender por qué esta máquina sigue siendo tan relevante, es necesario analizar su arquitectura y su filosofía de diseño. La Nintendo 3DS ocupa un lugar irremplazable en la historia del medio y es de vital importancia para los coleccionistas porque ofrece una experiencia que no puede ser replicada fielmente por la emulación ni por las consolas modernas.
Su característica estrella, la pantalla autoestereoscópica que permite ver imágenes en 3D sin necesidad de gafas, junto con su diseño de doble pantalla y controles táctiles, la convierten en una pieza de hardware única y a diferencia de las consolas domésticas que buscan la potencia gráfica pura, la 3DS apostó por una forma de jugar distintiva. Esto es poseer una hoy en día no es solo tener una consola, es tener acceso a una biblioteca exclusiva de títulos aclamados que pierden su esencia si se juegan en cualquier otro lugar que no sea el hardware original.
Dentro de este ecosistema, no todas las consolas son iguales ante los ojos de los compradores, ya que los coleccionistas están dispuestos a desembolsar sumas exorbitantes por ediciones especiales limitadas, como la New Nintendo 3DS XL Samus Edition, que se han convertido en trofeos de caza mayor. Yla disparidad de precios es notable, porque mientras una 3DS original suelta puede rondar los 130 a 160 dólares, los modelos “New” (la revisión más potente y ergonómica de la consola) en su variante XL se han establecido como el estándar de oro.
Si el dispositivo se encuentra “completo en caja” o, más raro aún, “nuevo y sellado”, las cifras se disparan a niveles estratosféricos, superando a menudo los $700 dólares, una cifra que paradójicamente supera el costo de entrada de la tecnología actual más avanzada. Ligado directamente a lo anterior, la comparación más alarmante que realizan los analistas de mercado es la paridad de precios con la nueva generación. En el contexto actual de 2025, donde la flamante Nintendo Switch 2 tiene un precio de lanzamiento aproximado de 450 dólares, resulta desconcertante para el consumidor promedio ver que una consola portátil usada de la década pasada se vende por un valor similar.
Un modelo New Nintendo 3DS XL en condiciones prístinas compite directamente en precio con el hardware que acaba de salir de fábrica e incluso la opción económica, la New Nintendo 2DS XL, se mueve en un rango de 210 a 250 dólares, demostrando que la demanda no discrimina el público que quiere acceder a ese catálogo de juegos a cualquier costo. Algo de lo que ya se hablaba en junio de este año en el medio TimeExtension, donde indicaban que “Esta consola portátil de Nintendo de hace una década ahora vale casi tanto como una Switch 2”, citando un ejemplo de una New Nintendo 3DS XL comercializada en 390 euros (alrededor de 500 dólares).
Perspectivas de futuro y sin techo a la vista
Ante lo anterior, los jugadores se preguntan si seguirán subiendo los precios y, según los analistas, todos los indicadores apuntan a que sí, pensando que la 3DS se enfrenta a un problema de entropía inevitable, ya que cada día existen menos consolas funcionales en el mundo a medida que las unidades existentes se rompen, se pierden o sufren fallos de batería.
Además, sin soporte técnico oficial por parte de Nintendo, cada unidad operativa se vuelve más preciada. La única válvula de escape para los compradores conscientes del presupuesto parece ser la importación de consolas desde Japón, donde el mercado es ligeramente más económico, aunque esto requiere conocimientos técnicos para cambiar la región del sistema.
Al final y en conclusión, la “tormenta perfecta” de escasez, valor histórico y especulación sugiere que la Nintendo 3DS no es solo una consola vieja, sino una reliquia moderna cuyo valor financiero podría no haber tocado techo todavía.
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