Durante décadas, las consolas de videojuegos fueron consideradas la alternativa asequible para quienes querían jugar sin desembolsar el alto costo de un PC de alto rendimiento, pero hoy, esa lógica parece estar en peligro de extinción.
La llegada de la PlayStation 5 Pro y la esperada Nintendo Switch 2 han generado un punto de inflexión ya que, aunque no se han consolidado en el mercado y son objeto de críticas por su precio elevado, han hecho que el argumento económico que sostenía a las consolas frente al PC, comience a perder peso.

El meme se hace real: El freno del avance tecnológico y su impacto en los costos
Más de alguna vez escuchaste el meme “con eso te compras un pc”, que tenía que ver con el costo de algo y que ahora es más real que nunca. El corazón del problema reside en una ralentización del avance tecnológico que ha afectado a toda la industria. Tradicionalmente, la miniaturización de chips, como los que se encuentran en procesadores y tarjetas gráficas, permitía fabricar componentes más potentes a menor costo.
Esta evolución constante seguía el llamado “Moore’s Law” (Ley de Moore), una observación empírica que predecía que el número de transistores en un chip se duplicaría aproximadamente cada dos años, impulsando mejoras en potencia y reducciones de precio.
No obstante, esta tendencia se ha desacelerado considerablemente en los últimos años. Los chips ya han alcanzado escalas tan diminutas que la ingeniería enfrenta limitaciones físicas casi insalvables. Además, los procesos de fabricación más avanzados no sólo son técnicamente más complejos, sino también mucho más costosos.
De hecho, el precio para desarrollar nuevas generaciones de chips se ha multiplicado por diez desde 2010, según estimaciones de la industria.

El fin de las consolas “baratas”
En una reciente columna de opinión del medio Ars Technica, se indica que la consecuencia directa de esta desaceleración tecnológica y del encarecimiento de la producción es que, a diferencia de otros tiempos, el valor de las consolas no ha visto rebajas considerables.
De hecho, la última reducción significativa se remonta a 2016, con la aparición de la PS4 Slim. Desde entonces, la tendencia se ha invertido. La Nintendo Switch OLED y la PlayStation 5 Slim llegaron al mercado con precios considerablemente más altos que sus predecesoras.
Y además, se alerta que el panorama para las nuevas consolas no es más alentador, poniendo como ejemplos a la PS5 Pro y la Nintendo Switch 2, las cuales se perfilan como productos premium, alejándose del posicionamiento accesible que definió a generaciones anteriores. Las compañías alegan razones múltiples para justificar los aumentos: inflación, problemas en las cadenas de suministro, y hasta secuelas de políticas proteccionistas como las promovidas durante el mandato de Donald Trump en Estados Unidos.
Pero hay otro factor que marca un cambio de paradigma: la estrategia comercial de las propias compañías. Durante mucho tiempo, los fabricantes vendían sus consolas incluso por debajo del costo de producción, confiando en recuperar la inversión a través de la venta de juegos y servicios digitales. Hoy, esta táctica se está dejando de lado.
Las consolas ya no se conciben como una “puerta de entrada” económica, sino como productos de alto valor, con márgenes de ganancia más conservadores pero sostenibles frente a los poderosos PCs gamer de gama alta y media.

Para cerrar, el resultado de todos estos cambios es claro, ya que como indicamos y según la columna de opinión, el argumento del precio que antes diferenciaba a las consolas del PC se diluye rápidamente.
Si bien los PCs siguen siendo más costosos en su configuración inicial, su relación costo-beneficio se ha nivelado en muchos aspectos, especialmente con la creciente accesibilidad de componentes y el auge de plataformas de distribución digital como Steam o Epic Games.
Microsoft sube los precios de las Xbox Series, controles y juegos en todo el mundo
En una decisión que impactará a millones de jugadores, Microsoft anunció un nuevo aumento de precios para su línea de productos Xbox a nivel global, incluyendo consolas, controles y algunos juegos de lanzamiento, aunque el precio de Xbox Game Pass permanecerá sin cambios por ahora.

Esta medida, que ya entró en vigor en varios mercados, representa uno de los incrementos más agresivos desde que la actual generación de consolas debutó en 2020.
El modelo Xbox Series X (1TB) sube $100 y ahora cuesta $599.99 dólares, mientras que la Xbox Series S (512GB) pasa de $299.99 a $379.99, con un aumento de $80. La Xbox Series S de 1TB también se ajusta, subiendo a $429.99 dólares, mientras que la edición digital de la Xbox Series X ahora se sitúa en $549.99.
