El debate en torno al uso de la Inteligencia Artificial (IA) en los videojuegos está más fuerte que nunca. Hace unos días, el CEO de Epic Games, Tim Sweeney, se sumó a la controversia al afirmar que las etiquetas de IA empleadas por tiendas digitales como Steam no tienen sentido, ya que se trata de una tecnología que todas las compañías terminarán utilizando tarde o temprano.
En concreto, se refiere a la política que Valve implementó a comienzos de año, mediante la cual se exige a los desarrolladores informar de manera transparente si han utilizado herramientas de IA en cualquier parte de su juego. Además, esta información debe mostrarse en la página del título dentro de Steam para que los jugadores estén al tanto. Dos de los ejemplos más destacados son los recientes lanzamientos de ARC Raiders y Call of Duty: Black Ops 7, los cuales tienen una pequeña sección dedicada a este apartado.
Sus declaraciones en su cuenta de X (@TimSweeneyEpic) fueron las siguientes, en respuesta a Matt Workman, quien pedía que Steam eliminara estas etiquetas:
“Estoy de acuerdo. La etiqueta de IA es relevante para exposiciones artísticas, donde es importante la divulgación de autoría, y para mercados de licencias de contenido digital, donde los compradores necesitan comprender la situación de derechos. Pero no tiene sentido para las tiendas de juegos, donde la IA estará involucrada en prácticamente toda la producción futura”.
Desarrollador de Valve defiende la postura de la compañia
Sin embargo, una postura contraria que llamó especialmente la atención fue la de Ayi Sánchez, desarrollador y artista de Valve, quien defendió la política de la compañía y debatió directamente con Workman a través de la red social.
“Esto es como decir que los productos alimenticios no deberían tener la lista de ingredientes. Los consumidores deberían tener la información para decidir si quieren comprar algo o no dependiendo de su contenido. Los únicos que le temen a esto son los que saben que su producto es de poco esfuerzo”, replicó Sánchez en la misma publicación a la que había respondido Sweeney.
Ante esto, Workman le contestó directamente: “La comida que comes puede matarte. Un electrodoméstico en tu casa puede provocar un incendio. Cómo se produjo una imagen, película o juego no es comparable. Personalmente, no le tengo miedo a la etiqueta. Solo creo que no se aplica en Steam y que las reglas no están claras para los desarrolladores ni para los jugadores”.
Pero Sánchez insistió: “¿Te gustaría saber si tu ropa o tu café se producen utilizando mano de obra infantil? ¿O si los materiales se cultivan de forma orgánica? ¿O si el motor de tu coche tiene un tipo específico de características técnicas? Eso debería ser visible para todos, para que los consumidores puedan tomar una decisión informada, no una opaca”.
Para cerrar la discusión, Workman se limitó a decir que estaba de acuerdo en aplicar normas de transparencia a ámbitos como la comida o el hardware, pero no a la creación de imágenes, videojuegos o películas. El desarrollador de Valve, por su parte, concluyó:
“Por supuesto que puedes estar en desacuerdo. Pero no excusemos una tecnología que depende del lavado cultural, la infracción de propiedad intelectual y la degradación de la calidad. Sé que no estoy solo al pensar que la creación es cosa de creadores, no de ingenieros de prompts. Los consumidores informados elegirán lo original sobre lo falsificado”.
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