La masiva compra de semiconductores por parte de OpenAI para desarrollar IA ha provocado una escasez global que disparará los costes de producción de consolas y componentes de PC, acaparamiento que ya golpea las acciones de empresas como Nintendo y amenaza con encarecer drásticamente los precios para los jugadores en la próxima generación de hardware.
Hace tan solo un par de meses, OpenAI cerró un acuerdo estratégico con dos de los principales fabricantes de chips de memoria del mundo, teniendo como objetivo alimentar el “Proyecto Stargate”, una iniciativa masiva y respaldada a nivel estatal diseñada para cimentar la infraestructura de la inteligencia artificial del futuro.
Y como advierten en una nota de Polygon, si bien este movimiento estaba destinado a generar ondas de choque en prácticamente todas las industrias modernas, desde el principio se supo que el golpe más contundente lo recibiría el sector de los productos tecnológicos de consumo, asegurando que “no estamos preparados” para las proyecciones del mundo de los videojuegos, las cuales son, en el mejor de los casos, sombrías.
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El acaparamiento del 40% del suministro y la crisis de Nintendo
Es probable que el público general ya esté familiarizado con la narrativa de la escasez de semiconductores, componentes esenciales presentes en todo, desde frigoríficos hasta automóviles. A esto se suma que los aranceles comerciales no están facilitando la situación, ya que durante el último año, prácticamente todos los grandes productores de hardware de videojuegos han subido sus precios, en algunos casos en múltiples ocasiones.
Los jugadores de PC, por su parte, ya están acostumbrados a precios abusivos en las tarjetas gráficas y a ver sus presupuestos mermados por la repentina demanda de chips de memoria RAM. Sin embargo, todo ese escenario era previo a la última gran sacudida del mercado y lo vivido hasta ahora resulta ser solo el preludio de una crisis mayor adelantan en el medio gamer, apuntando a que se ha revelado que OpenAI ha asegurado el 40% del suministro mundial de semiconductores, una maniobra de acaparamiento que ha reconfigurado las reglas del juego.
La reacción de los mercados no se hizo esperar, donde la semana pasada, Nintendo vio cómo su valoración bursátil se desplomaba en 14.000 millones de dólares. El motivo es el pánico de los inversores ante lo que esta restricción de chips significará para los márgenes de beneficio de la compañía japonesa. Los informes indican que múltiples componentes internos de la esperada “Switch 2” están experimentando aumentos de precio de entre el 8% y el 41%, cifras alarmantes para una consola que ya operaba con márgenes de beneficio muy ajustados.
La gran incógnita que se plantea ahora la industria es: ¿quién absorberá estos sobrecostos? Nintendo no ha respondido a las solicitudes de comentarios de Polygon, pero sus opciones estratégicas son limitadas y poco alentadoras. La compañía podría optar por vender la Switch 2 a pérdidas (como un “loss-leader”), esperando recuperar la inversión a través de suscripciones, accesorios y contenido digital.

Otra opción sería seguir los pasos de Microsoft y aumentar el precio de la consola por segunda vez antes incluso de su consolidación. Sin embargo, el riesgo es alto: la actual consola híbrida está rompiendo récords de ventas gracias a su accesibilidad; un precio de etiqueta excesivo podría frenar en seco ese impulso. Además, desde el punto de vista del consumidor, pagar más de lo que cuesta una PlayStation 5 a cambio de una máquina con menos potencia y una biblioteca de juegos más reducida no es una propuesta de valor particularmente atractiva.
Un futuro incierto para Microsoft, Valve y la próxima generación
La preocupación de los inversores de Nintendo no es un caso aislado; el nerviosismo es generalizado. Microsoft ya ha lanzado advertencias veladas a los consumidores, sugiriendo que su próxima consola será una máquina de gama alta con un precio acorde a esa etiqueta. Por otro lado, Valve, la empresa detrás de Steam, tendría mucho que ganar en un escenario donde pudiera ofrecer un producto que simplifique el caos y el costo de construir un PC para juegos.
No obstante, el primer desafío para la compañía de Seattle será simplemente lograr producir el hardware de su “Steam Machine” y no parece ser una coincidencia que la empresa aún no haya anunciado un precio oficial para su cubo de juegos, probablemente a la espera de ver cómo fluctúa el mercado de componentes.

Si hay un lado positivo, es que la industria se encuentra probablemente lo suficientemente lejos del lanzamiento de la próxima generación de consolas PlayStation y Xbox como para que la situación de los semiconductores pueda estabilizarse. Aunque la arquitectura interna de la PlayStation 6 se decidió hace años, las consolas actuales de Sony y Microsoft parecen estar entrando en ese valle de software que precede al desarrollo de nuevo hardware.
Así que para cerrar, es plausible que la próxima generación no llegue a las estanterías en el corto plazo y la alternativa es mucho menos esperanzadora, ya que si el hardware llegase pronto bajo las condiciones actuales, el costo que los consumidores tendrían que pagar por una PS6 haría que los precios exorbitantes de los revendedores de PS5 en 2020 parecieran, en comparación, una ganga.
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