El comentarista y ex jugador de títulos de pelea Sajam ha formalizado su retiro indefinido de EVO, en protesta contra su adquisición por el gobierno saudí, denunciando el uso del evento como instrumento de sportswashing geopolítico y además, asumiendo el impacto financiero de su decisión, critica la pasividad de los desarrolladores ante esta injerencia estatal.
La comunidad de los juegos de lucha (FGC, por sus siglas en inglés), se enfrenta a un momento de fractura ideológica tras el anuncio de una de sus figuras más emblemáticas. Se trata de Sajam, prolífico comentarista y streamer que ha servido durante años como puente vital entre el nicho competitivo y la audiencia general de videojuegos, quien ha declarado que no volverá a asistir al Evolution Championship Series (EVO).
Esta decisión surge como respuesta directa a la compra de la organización por parte del gobierno de Arabia Saudita, un movimiento que ha sacudido los cimientos éticos de la escena competitiva. Sajam, cuya presencia en el evento era hasta ahora de un protagonista cada año, explicó en una transmisión reciente de 12 minutos que su conciencia no le permite participar en un ecosistema diseñado explícitamente para limpiar la imagen de un régimen político, lo que es catalogado como sportswashing.
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La ética frente a la propiedad estatal y el “Sportswashing”
La postura de Sajam trasciende la simple crítica corporativa habitual y durante su explicación, el comentarista se anticipó a los argumentos cínicos que suelen surgir en redes sociales, como la idea de que “todas las corporaciones son malvadas”. Para él, existe una distinción fundamental entre el capitalismo corporativo y la estrategia geopolítica de una nación.
“Las corporaciones malvadas que compran o poseen las cosas que te gustan siempre apestan”, admitió, pero trazó una línea clara respecto a la intencionalidad.
Junto a esto, agregó que según cree: “La diferencia para la mayoría de la gente aquí es el propósito de la propiedad y qué están haciendo exactamente con ella. No es solo que el gobierno saudí sea dueño de EVO; es que el gobierno saudí posee EVO y muchas otras cosas con la intención expresa de usarlas como vehículo para promover el turismo y el sportswashing (lavado de imagen a través del deporte)”.
Para ilustrar su coherencia ideológica y desvincularse de sesgos meramente anti-saudíes, Sajam ofreció una analogía contundente: “Si el ejército de los Estados Unidos comprara EVO, tampoco iría”. Esta declaración subraya que su conflicto es con la utilización de la comunidad de base como herramienta de propaganda estatal, independientemente de la bandera.
La decisión tiene implicaciones logísticas inmediatas y definitivas. Según sus palabras, esto significa la cancelación total de su agenda competitiva presencial vinculada a la marca: “Significa que no iré a EVO Vegas, no iré a EVO Francia, no iré a EVO Singapur. Y significa que cuando abran uno en Arabia Saudita, que eventualmente lo harán, estoy seguro, tampoco iré a ese”.
El boicot personal de Sajam no es gratuito, porque según indican en el medio PC Gamer, conlleva un riesgo económico tangible, ya que el comentarista reconoció abiertamente que “es un gran problema para mí como ser humano” y admitió que será “malo financieramente no asistir”. Actualmente, Sajam mantiene una asociación sólida con Chipotle, marca que ha tenido una presencia publicitaria masiva en los tiempos muertos de EVO durante los últimos años.
Entonces, al retirarse del evento principal donde su patrocinador tiene mayor visibilidad, pone en peligro directo esa fuente de ingresos y exposición mediática. Sin embargo, para Sajam, el sacrificio es necesario para defender la identidad única de la FGC, ya que a diferencia de otros deportes electrónicos (esports) que nacieron bajo el ala corporativa, los juegos de lucha tienen un origen comunitario y descentralizado.
“El propósito de nuestros eventos y comunidad es que somos grassroots (de base), hacemos cosas en persona y los eventos y giras de juegos de lucha se añaden a lo que la propia comunidad posee”, explicó.
Su argumento central es que la equidad y el valor de la escena se construyeron invirtiendo en organizadores locales, no en conglomerados estatales. “Street Fighter tiene que ir a un evento de propiedad comunitaria para poner ese evento en su gira… Esa es la columna vertebral de lo que hace únicos a los juegos de lucha y lo que nos separa de muchos de los problemas que tienen otras escenas de esports”, sentenció.
Crítica a la industria y respeto por la decisión individual
En la misma línea, la popular figura de la scene fighting comenta que al aceptar la inyección de capital saudí, se corre el riesgo de erosionar esa independencia estructural que ha definido a la cultura del fighting game durante décadas, pero a pesar de la firmeza de sus convicciones, Sajam ha adoptado un tono conciliador hacia los individuos de la comunidad, evitando convertir su decisión en un juicio moral hacia los demás.
“No le estoy diciendo a nadie que se sienta mal consigo mismo como humano. A nadie se le critica por ir”, aclaró, asegurando que entiende a quienes deciden asistir simplemente para disfrutar del torneo, agregando además que: “Estoy seguro de que si fuera, me lo pasaría genial”. Su objetivo no es dividir a la base de jugadores, sino ejercer su derecho a la protesta pacífica mediante la ausencia.
Para terminar, donde Sajam sí dirige su decepción más afilada es hacia los desarrolladores y dueños de las propiedades intelectuales, como Capcom y Bandai Namco. El comentarista expresó su frustración por cómo estas compañías han permitido que sus propios circuitos oficiales (Capcom Cup, Tekken World Tour) pasen a un segundo plano frente al poder económico del Esports World Cup (EWC), otro evento de propiedad saudí.
“Una de las cosas que más me indigna de todas estas adquisiciones es que Capcom y su Pro Tour —y también Tekken— ya están profundamente interconectados con el EWC”, lamentó. “Están descaradamente cómodos devaluando sus propios eventos. No hubo lucha”. Y para figuras que valoran la historia de la comunidad, ver cómo los creadores de los juegos capitulan sin resistencia ante el capital extranjero es quizás más doloroso que la venta del torneo en sí.
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