El YouTuber Jules ha intensificado el conflicto sobre la propiedad intelectual al exigir a los streamers un reparto de ingresos por los videos de reacción, amenazando con exponer públicamente a quienes se nieguen a colaborar, mientras figuras critican las formas restrictivas y señalan la inviabilidad logística de los pagos manuales.
El fenómeno de las “Reacciones” (o Reacts) se ha consolidado como uno de los formatos más rentables y, a su vez, más polémicos dentro del ecosistema digital internacional. Una premisa que es sencilla pero lucrativa, donde creadores de contenido en Twitch consumen en directo videos producidos por terceros, comentándolos junto a su audiencia, para luego resubir ese fragmento a YouTube y monetizarlo.
Esta práctica ha generado un desequilibrio financiero notable, donde el reaccionador a menudo factura más que el autor original de la obra, una situación que ha llevado al YouTuber Jules a iniciar una campaña para verificar si las promesas de equidad de los grandes streamers son reales o simplemente palabras al viento, exigiendo un reparto justo de los ingresos publicitarios.
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Reclamos de desigualdad en la monetización
En la industria de la creación de contenido, el término “reacción” ha pasado de ser un formato de entretenimiento a ser calificado por muchos como un “glitch” o “truco” financiero y los YouTubers dedican semanas a la investigación, guionización y edición de documentales o reportajes complejos. Sin embargo, una vez publicados, estos trabajos son consumidos en directo por streamers de Twitch, quienes aportan comentarios sobre la marcha.
Según creen, el problema no reside en el visionado en vivo, sino en el paso posterior, con la publicación de esa reacción en un canal secundario de YouTube. Estos videos de reacciones generan cifras astronómicas de visitas y, por ende, de ingresos publicitarios, con una inversión de tiempo y esfuerzo mínima en comparación con la obra original y la disparidad es tal que, en ocasiones, el algoritmo de YouTube favorece al video de la reacción por encima del video original.
Un ejemplo paradigmático de esta brecha económica es el caso del streamer ELoTRiX, quien llegó a ganar $4.000 dólares más con una simple reacción a un video de Jules que lo que el propio Jules ingresó por su creación una problemática que no es nueva, ya que lleva años gestándose en la sombra.
Hace ya dos años, el YouTuber Robin “RobBubble” Blase puso sobre la mesa una propuesta estructural, la implementación de herramientas nativas en YouTube que permitieran dividir automáticamente los ingresos publicitarios (AdSense) entre el creador original y quien reacciona. Sin embargo, ante la falta de herramientas oficiales, la “buena voluntad” ha sido hasta ahora el único regulador del mercado.

Para quienes no lo conozcan, les indicamos que Jules no es un creador de contenido convencional, siendo conocido por producciones de alta calidad que requieren una labor de postproducción exhaustiva, alcanzando millones de visitas. No obstante, ha sido vocal sobre la escasa rentabilidad de este tipo de contenido frente a la facilidad de las reacciones. Motivado por un video del YouTuber Klengan, que recopilaba qué streamers se habían pronunciado públicamente a favor de un reparto de ingresos (el llamado “Split”), Jules decidió pasar de la queja a la acción directa.
A través de la red social X (anteriormente Twitter), Jules anunció una estrategia agresiva, lo cual es contactar directamente a los equipos de representación (managements) de los grandes streamers alemanes vía correo electrónico, dejando un mensaje claro y contundente: “En unas semanas veremos quién mantiene su palabra y quién no”.
El objetivo de esta maniobra, asegura, es forzar la transparencia, y su propuesta implica no solo solicitar una participación en los ingresos futuros, sino poner a prueba la integridad de aquellos que públicamente apoyaron la idea de compartir beneficios. La advertencia implícita es que se publicará una “lista negra” y una “lista blanca”, exponiendo ante la comunidad qué figuras de Twitch están dispuestas a pagar a los creadores originales y cuáles se niegan, transformando un debate económico en uno reputacional.

El dilema logístico y ético de Gronkh
La reacción a la ofensiva de Jules no se hizo esperar, ya que el pasado 30 de noviembre de 2025, Gronkh, una de las figuras más influyentes del streaming en Alemania, confirmó en su directo haber recibido dicho correo. Según relató, el mensaje explicaba la situación y enfatizaba que no se trataba de una demanda legal, sino de una petición formal.
Sin embargo, el correo incluía una cláusula de presión, porque se haría público quién aceptaba el trato y se haría una mención especial y positiva a quienes decidieron compartir los ingresos de forma retroactiva. Gronkh no ocultó su malestar con el tono de la misiva, calificándola de “pistola en el pecho” y comparándola con un escarnio público medieval.
“Hermano, entonces reclama el video (claim). Haz eso simplemente”, dijo el streamer.
Refiriéndose al sistema de Content ID de YouTube que permite al dueño de los derechos apropiarse de la monetización de un video de terceros. Gronkh argumentó que un reparto manual del 50/50, aunque justo en teoría, es inviable en la práctica debido al volumen de contenido.

Para terminar y como solución a largo plazo, Gronkh reveló que su empresa, 1UP, está trabajando en un sistema automatizado para resolver este conflicto y la compañía ya está detrás de la extensión de navegador “can i react?”, diseñada para dar claridad legal a los creadores. Todo aquello con el objetivo final de que la tecnología, y no los correos amenazantes o la gestión manual, solucione la distribución justa de la riqueza en la era digital.
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