Se desglosan detalles del contrato entre Activision y Bungie

El acuerdo considera hasta los pormenores más irrelevantes

Se desglosan detalles del contrato entre Activision y Bungie

El acuerdo considera hasta los pormenores más irrelevantes

Después de mantenernos en ascuas durante casi dos años, al fin se revelaron detalles del siguiente gran proyecto de Bungie, desprendidos de un contrato de 27 páginas que el estudio creador de Halo acordó con Activision en 2010. Con el fin de evitarnos las complicaciones de jerga legal, el portal especializado en la escena de desarrollo, Develop, realizó un concienzudo resumen de todos los aspectos, incluidos algunos tan irrelevantes como los easter eggs (también conocidos como alusiones cómicas a otros juegos).

Adicional a la noción de que Bungie creará una saga denominada Destiny, comprendida por ocho juegos –la mitad expansiones de los títulos principales–, se suma el hecho de que todos se mantendrán en clasificación Teen, y serán lanzados para las consolas de siguiente generación de Sony y Microsoft, así como para PC. Al margen de qué corresponde a quien, o cuándo y cómo se deben hacer ciertas cosas en lo que refiere a cifras monterías, el contrato señala que antes de considerar incluir cualquier tipo de broma, elemento jocoso o alusión a juegos previos –o títulos de cualquier otra compañía y estudio–, Bungie debe consultar con Activision. Suponemos que eso descarta cualquier posibilidad de ver algún personaje con sospechoso parecido a Master Chief. Por otro lado, hay una claúsula que prohíbe a Valve, Epic y Gearbox crear adaptación, conversión o rescate de los juegos de Destiny, esto último para evitar lo que sucedió con Duke Nukem Forever, o la reinvención de DOTA y Team Fortress por parte de la compañía de Gabe Newell.

Gran parte del convenio responde al conflicto de Activision contra Jason West y Vince Zampella, por lo que muchos de los incisos hacen mención de contratos de empleado que altos directivos de Bungie debían firmar, en prevención de una posible separación durante la transición del proyecto. En específico, si Bungie decide retirarse, Activision tendría control completo de las propiedades intelectuales; junto a está clausula, muchas otras protegen al distribuidor en caso de que fracase alguno de los juegos, o si Bungie entra en estado crítico, sea por mala administración o descontento de empleados. Por otro lado, el estudio no queda exento de beneficios, y entre un bono de $7.5 millones de dólares por cumplir los compromisos del primer juego, y $2.5 millones adicionales si es que se dan calificaciones por encima de 90 en Metacritic, Bungie podría recibir $25 millones más, si es que Destiny impulsa los ingresos de Activision a $750 millones en el año fiscal que sea lanzado.

Cabe reiterar que los términos contractuales obedecen a un acuerdo establecido en 2010, y desde entonces pudieron haber cambiado, tal vez hasta en forma radical, a la luz de las complicaciones que ha tenido Activision con exintegrantes de Infinity Ward. Como sea, queda sentado que tanto Bungie como Activision están intentos en lograr el acuerdo más estable y sano para ambas partes, por lo que una versión más actual del contrato podría incluir aún más clausulas, incluidas las “jocosas”, como corregir los desperfectos de programación en un periodo menor a 30 días, a riesgo de que Activision ya no pague por los daños al consumidor o posibles demandas de jugadores.

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