A horas de que la convención de videojuegos más grande en la historia, Penny Arcade Expo 2009, se ponga en marcha, no puedo evitar reflexionar acerca del estatus cultural que nuestro pasatiempo ha alcanzado. La PAX ha sido históricamente una convención de personas, no de empresas. Si bien hay anuncios acerca de juegos, desarrolladores y distribuidores además de la presencia de personajes como Shigeru Miyamoto entre otros, el centro de la convención son las competencias de videojuegos, la reunión de personas, los conciertos y actos para el público son la verdadera atracción principal. Las empresas no le venden sus juegos a la prensa o a los distribuidores, sino que lo que generalmente se muestra es el primer acceso público de los hits más importantes.
Más que el cine e incluso más que los más exigentes sentidos de la cultura musical y del comic, nuestra expresión de arte o pasatiempo, es aquella con una cultura más formada. Jerga de internet, dichos propios y conductas particulares, vestimenta y actitud tienen un significado, no por nada somos un segmento tan cerrado para las masas. Pero lo cierto es que la mayoría se enorgullece de su posición de gamer, todo jugador que se precie de serlo es una oda andante y parlante hacia la cultura que representa. Podemos ser fanboys de Sony o Nintendo, podemos odiar o amar a los RPG y eso se notara en nosotros. Mientras que en el mundo del cine solo los elitistas discuten el estatus artístico, el debate de arte, el debate de deporte, o toda asociación y calificación que le entreguemos a un videojuego pasa por discusión pública en todo nuestro mundo. Nuestras comunidades no son restrictivas si es que sigues aquella cultura, y no es por ser un snob o por intentar dárselas de importante en la posición porque no lo es, uno no es mejor persona por participar de un foro o por saber mucho de videojuegos, pero tampoco se niega que la retribución que nuestro propio nicho nos entrega si lo es. Es decir, gran parte de lo que nos hace ser jugadores es toda la cultura que lo rodea. Apreciar las notas que componen la música de Zelda o Final Fantasy, el gameplay de Chrono Trigger, la libertad de GTA y la narrativa de Half-Life e incluso las cinemáticas de Metal Gear Solid, nos han convertido en analistas más exigentes que cualquier otro, ya que nos enfrentamos a uno de los medios masivos más completos que ha existido.
Algunos dirán que no, otros dirán que es fanatismo innecesario y otros pensaran que es exagerado, pero es imposible negar que todos los jugadores formamos una cultura de la cual hay que estar en cierta forma orgullosos. Con o sin vida, los gamers básicamente han vivido una vida bien desperdiciada, o aprovechada si se quiere. Es por eso que el mundo de los videojuegos puede ser mainstream o no, pero seguiremos siendo el nicho más grande de la generación tecnológica.
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