El auge de la Inteligencia Artificial y la retirada del fabricante Micron del mercado de consumo, han disparado el coste de la memoria RAM, amenazando con convertir la futura PS6 en un hardware de precio prohibitivo e incluso y por ello, Sony podría verse forzada a extender la actual generación para evitar un lanzamiento comercialmente inviable.
Las industrias de videojuegos y tecnología viven un panorama económico cada vez más hostil, donde el auge de la IA y los movimientos estratégicos de los fabricantes de componentes, podrían convertir a la próxima generación de consolas en un lujo inalcanzable, todo por el fin de la era de la memoria barata y el temor de jugadores por alzas en productos que las usan.
Y para Sony, una compañía que todavía se recupera de una generación marcada por la escasez y la inestabilidad logística, este cambio en la cadena de suministro se perfila como una pesadilla logística y parte de la comunidad temiendo que su próxima consola, la PlayStation 6, llegue al mercado con una etiqueta de precio exorbitante o por otro lado, en muchos años más de lo previsto.
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De la pandemia a la Inteligencia Artificial, una crisis crónica
Para comprender la magnitud del problema, es necesario mirar para atrás y recordar que desde el lanzamiento de la PlayStation 5, Sony ha tenido que navegar por aguas turbulentas, con una pandemia global que paralizó fábricas, una crisis logística sin precedentes y una inflación galopante en el coste de los semiconductores. Sin embargo, justo cuando el mercado parecía encontrar cierto equilibrio, ha entrado en la ecuación un actor disruptivo, la Inteligencia Artificial.
Esta tecnología, extremadamente consumidora en cuanto a recursos se refiere, está secando literalmente el mercado de la memoria disponible, donde grandes actores como OpenAI o Samsung están absorbiendo una cuota gigantesca de la producción mundial para alimentar sus centros de datos.
La propia Micron justificó su retirada del mercado de consumo con una transparencia brutal, diciendo que “el crecimiento exponencial de los centros de datos, impulsada por la IA, “ha provocado un aumento masivo en la demanda de memoria y almacenamiento” y por ello, continúan, “Micron ha tomado la difícil decisión de retirarse de la actividad de consumo de Crucial para mejorar el suministro y soporte a sus clientes estratégicos”.
Esto ligado a que los fabricantes de consolas hayan pasado de ser clientes prioritarios, a competir en desventaja contra los gigantes del software y la nube, quienes poseen un capital mucho mayor para acaparar componentes, y aunque el impacto inicial de esta escasez golpeará primero al mercado de PC, el sector de las consolas no tardará en sentir la réplica del terremoto, pensando que Sony ha jugado con una ventaja competitiva crucial, debido a sus enormes volúmenes de compra.
Estas economías de escala le permitían, tradicionalmente, blindar precios y asegurar componentes a costes mucho más estables que los del mercado minorista pero, no obstante, cuando la demanda explota globalmente y la oferta es monopolizada por la infraestructura de la IA, incluso un gigante como PlayStation puede encontrarse entre la espada y la pared, pensando que la memoria RAM ya ha experimentado una subida de precios en las últimas semanas.

La encrucijada de Sony y el futuro de la generación
Algunos jugadores y analistas de la industria ya han lanzado sus advertencias en sus cuentas de redes sociales como X, diciendo por ejemplo que “esta crisis de RAM parece una pesadilla para la PS6”, o comentando: “Que la RAM cuete más que una PS5 Pro en casi todo el mundo es una auténtica locura”.
“A este ritmo, las consolas de próxima generación como la PS6 costarán un mínimo de mil dólares”, aseguran.

Por aquello, Sony se enfrenta ahora a un dilema complejo, el cual es que para ofrecer el salto tecnológico que se espera de una PS6 sin que el precio final sea un suicidio comercial, deberá recurrir a una ingeniería financiera creativa o, más probablemente, a la paciencia.
Una situación que para finalizar, da fuerza a las teorías que sugieren un alargamiento artificial de la actual generación, ya que lanzar una consola a un precio fuera de mercado en un contexto económico donde el poder adquisitivo de los jugadores está mermado sería un error estratégico fatal.
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