Un experimento infantil de “resistencia” culminó en la destrucción total de 50 unidades SSD, dejando un agujero financiero de $3.800 dólares para un padre damnificado, un incidente que evidencia la vulnerabilidad del patrimonio tecnológico en un mercado actual de hardware marcado por la escasez crítica y precios fuera de control.
Muchos hemos vivido momentos en que un hijo, hermano o sobrino pequeño rompe alguna cosa por error, curiosidad y en algunos casos impulso demoledor, pero aunque sea dentro de “un juego de niños”, a veces esto termina en una pérdida económica considerable. Algo que se repitió recientemente, según un usuario de redes sociales, quien ha compartido una noticia tan insólita como devastadora para el bolsillo de un entusiasta de la tecnología.
Y es que en niño de apenas 10 años, impulsado por una curiosidad mal enfocada, decidió poner a prueba la flexibilidad de 50 unidades de almacenamiento de estado sólido (SSD) de su padre, teniendo como resultado de este experimento casero ha sido la pérdida total de los componentes, valorados en casi $4.000 dólares, y dejando una imagen que se ha vuelto viral en las comunidades de PC debido al alto valor económico y la escasez actual de estos productos.
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El “experimento” que terminó en desastre financiero
La noticia trascendió inicialmente en el grupo de Facebook “Building a PC is Easy” (algo así como “Armar un PC es fácil”), donde el usuario Dũng Hoàng compartió el infortunio que ha calificado como el caso del “padre más desafortunado del mundo”. Según los informes, validados por medios especializados como Tom’s Hardware, el menor encontró una caja que contenía 50 unidades SSD y, bajo la premisa de “probar su estabilidad y durabilidad”, procedió a doblar cada una de las tarjetas por la mitad, una por una.
La imagen compartida en redes sociales es desgarradora para cualquier experto en informática y gamer de PC, donde se ven decenas de placas de circuito impreso (PCB) fracturadas de forma irreparable. En el mercado actual, cada una de estas unidades Samsung PM991a de 512 GB tiene un valor aproximado de 2 millones de dongs vietnamitas, según los comentarios en el post, y el cálculo final arroja una cifra escalofriante de alrededor de $3.800 dólares en daños, una suma que hoy en día representa mucho más que el simple valor nominal debido a la crisis de stock.
Lo que agrava la situación no es solo el número de unidades perdidas, sino la naturaleza del hardware destruido, ya que las unidades afectadas corresponden al modelo Samsung PM991a, un tipo de SSD que no suele encontrarse en los canales de venta minorista convencionales. Estos componentes están destinados principalmente a clientes corporativos y al ensamblaje de sistemas OEM (equipos de marcas específicas), lo que hace que su reposición individual sea una tarea logística compleja para un consumidor particular.
Cabe destacar que esta pérdida ocurre en un contexto donde el hardware se ha convertido en un activo casi tan volátil como el oro. Desde finales de 2025, los precios de componentes clave como la memoria RAM, los procesadores y el almacenamiento han experimentado una escalada sin precedentes, superando con creces las tasas de inflación estándar y dificultando cualquier intento de reconstrucción de inventario para el padre afectado.
Por qué es el peor momento para esta pérdida
Ligado a lo anterior, este incidente pone de relieve una realidad incómoda para el sector tecnológico: la dificultad de sustituir hardware dañado en la era de la inteligencia artificial. Actualmente, los precios de ciertos componentes han llegado a triplicarse en comparación con los registros de hace apenas unos meses.
Esta subida drástica se debe a que los grandes fabricantes de semiconductores están priorizando el suministro a empresas dedicadas a la IA, quienes están dispuestas a pagar primas exorbitantes por el hardware y ejemplos recientes, como el cierre de líneas de productos económicos por parte de marcas como Crucial (Micron), demuestran que el mercado está abandonando al consumidor de presupuesto medio para centrarse en los grandes centros de datos.
Es así como al final, en este ecosistema de escasez y precios inflados, la acción “experimental” del niño de la historia no solo representa una anécdota doméstica, sino una pérdida patrimonial significativa que, dadas las condiciones actuales del mercado, será prácticamente imposible de compensar a corto plazo.
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