Un ex Game Master de World of Warcraft reveló un error insólito en sus inicios: un simple espacio en un comando provocó que, en vez de mover a un jefe de raid, “secuestrara” a un jugador en medio de otra batalla, interrumpiendo a toda su hermandad.
En sus primeros años, World of Warcraft no solo conquistó millones de jugadores, sino que convirtió a los Game Masters en figuras casi legendarias. Estos moderadores invisibles eran responsables de resolver errores técnicos, conflictos y problemas de juego, muchas veces apareciendo directamente en el mundo virtual.
Sin embargo, no todos los días eran rutinarios. Un ex Game Master compartió una anécdota que, más allá de lo técnico, se convirtió en una de esas historias que llamó la atención de la comunidad.

El usuario de Reddit lockstock85 contó que, en los días en que la raid de Zul’Gurub era novedad, un fallo impedía que el jefe Sumo sacerdote Venoxis se reiniciara tras el combate. Lo habitual era que un Game Master lo “golpeara” o lo moviera con un comando para forzar el reinicio.
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Pero esta vez nada funcionaba. Al intentar usar el comando “summonmob” para mover al enemigo, cometió un error: escribió “summon mob” con un espacio. Esa diferencia mínima cambió todo.
“Lo que hice fue invocar a un jugador llamado Mob dentro de la instancia de Zul’Gurub de esa hermandad”, explicó.

Un guerrero desaparece en medio del combate
El problema se agravó porque Mob, un enano guerrero, en ese preciso momento estaba tanquendo a los esbirros de Garr en otra raid, en el Núcleo de Magma. La repentina desaparición dejó a su grupo desconcertado.
El error se repitió varias veces: el guerrero fue arrastrado unas seis o siete veces a Zul’Gurub, muriendo en el proceso, aunque su hermandad consiguió derrotar a Garr sin él.
“Fue probablemente el momento más confuso en la carrera de Mob”, escribió un usuario que comentó la historia.
Consecuencias y una disculpa creativa
El Game Master pensó que podía perder su trabajo, pero finalmente no hubo sanciones. Aun así, quiso reparar el daño: pagó las reparaciones de equipo del jugador y le regaló un cambio de nombre, para que un error similar no volviera a ocurrir.
La comunidad recibió la historia con humor. Muchos aseguraron que este tipo de anécdotas son parte de la magia de los primeros años de World of Warcraft, cuando la presencia humana de los Game Masters generaba situaciones impredecibles.
“Las historias más divertidas nacen de los errores más pequeños”, comentó Fandise entre risas.

Un recuerdo que perdura
Aunque los Game Masters han pasado a un segundo plano en la era de respuestas automatizadas y moderación silenciosa, historias como la de Mob demuestran que en la era dorada de WoW también había espacio para el caos accidental.
Más historias de Game Masters: de secuestrar jugadores a enseñar a atarse los zapatos
Secuestrar por error a un jugador no es la única curiosidad narrada por un GM. Muchos han compartido sus experiencias en el oficio, y otra historia en particular revela que la vida tras bambalinas en World of Warcraft podía ser tan extraña como divertida. Clyde, ex GM entre 2011 y 2012, compartió hace un tiempo en su video anécdotas que van desde entrevistas inusuales hasta tareas que conducían al burnout.
Una entrevista poco común
En su entrevista de trabajo, el jefe de selección le pidió describir, paso a paso, cómo atarse un zapato. Según Clyde, la prueba buscaba medir la capacidad para guiar a jugadores con problemas técnicos o dudas en el juego, detallando cada acción con precisión.
También reveló que la mayoría de los Game Masters no elegían su nombre: debía ser único y no arrojar resultados en Google, lo que explica apodos tan extraños.
Entre presión y desgaste
El trabajo se medía en tickets atendidos por hora, con un sistema visual que marcaba el rendimiento en colores: verde, azul o incluso épico para altas cifras; rojo y gris para bajas. Esta presión constante terminó contribuyendo a su burnout y a una salida abrupta de la empresa.
Finalmente, Clyde renunció tras recibir una reprimenda por dedicar demasiado tiempo a rastrear oro robado en lugar de atender solicitudes activas. Una muestra más de que, incluso en mundos virtuales, el trabajo real puede ser igual de intenso.

