Millones de usuarios planean seguir utilizando Windows 10 incluso después de que Microsoft finalice oficialmente su soporte el 14 de octubre de 2025. Según un estudio, más de 5,4 millones de personas en el Reino Unido no actualizarán, exponiéndose a riesgos de seguridad.
Tras casi una década desde su lanzamiento, Windows 10 se acerca a su fecha final de soporte. Microsoft confirmó que el sistema operativo dejará de recibir actualizaciones de seguridad y mantenimiento el 14 de octubre de 2025, lo que marcará el cierre oficial de uno de los productos más populares de su historia reciente.
Sin embargo, y a pesar de las advertencias, millones de personas no tienen intención de abandonarlo, según un reciente estudio.
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Millones de usuarios no planean actualizar
Según un estudio de Which?, aproximadamente 21 millones de personas en el Reino Unido siguen utilizando un dispositivo con Windows 10. De los más de 2.000 adultos encuestados, un 26 % aseguró que planea continuar usándolo incluso después del fin de soporte oficial, lo que representa alrededor de 5,4 millones de usuarios.
Los riesgos no se limitan solo a posibles ataques informáticos, sino también a estafas y software malicioso que aprovecha fallos no corregidos. Esta cifra es especialmente relevante si se considera que Microsoft dejará de liberar parches y correcciones, dejando a millones de computadoras sin protección básica.
En contraste, un 39 % de los encuestados indicó que actualizará sus dispositivos a Windows 11, mientras que un 14 % planea comprar un nuevo equipo con ese sistema operativo preinstalado. Un 6 % dijo que cambiará a sistemas alternativos como Linux, y un 11 % aún no ha decidido qué hacer.

Un problema creciente
Microsoft ha ofrecido una solución temporal para quienes aún no quieren abandonar Windows 10: una extensión de soporte por un año adicional, que permite ganar tiempo para planificar la transición. No obstante, esta medida no será permanente, y tarde o temprano los usuarios deberán actualizar para seguir recibiendo funciones y parches de seguridad.
Además, el problema se extiende más allá de la seguridad digital. La organización WEEE waste estima que la decisión de no actualizar podría generar hasta 1.800 millones de libras esterlinas en desechos electrónicos solo en el Reino Unido, lo que plantea un desafío ambiental y logístico importante para el país.
La resistencia a migrar refleja una realidad tecnológica: muchos de los dispositivos actuales no cumplen con los requisitos de Windows 11, lo que obliga a los usuarios a adquirir nuevo hardware o permanecer en sistemas obsoletos.

El inesperado repunte de Windows 7
Mientras Windows 10 se acerca a su final, Windows 7 ha experimentado un repunte que pocos anticipaban. Datos de Statcounter muestran que el sistema registró un alza del 10 % en septiembre de 2025 mientras que Windows 10 cayó cerca de un 40 % en el mismo período, un comportamiento inusual para un software que lleva más de cinco años sin soporte oficial.
Tal parece que muchos usuarios que regresan a Windows 7 lo hacen por motivos prácticos, ya que en equipos antiguos, el sistema ofrece un mejor rendimiento y un menor consumo de recursos que Windows 11, que exige componentes más modernos como módulos TPM 2.0 y procesadores recientes. Este factor técnico ha convertido a Windows 7 en una alternativa para alargar la vida útil de hardware más viejo, especialmente en entornos laborales y educativos con presupuestos limitados.
Otro punto relevante es la disponibilidad de herramientas no oficiales que extienden artificialmente la compatibilidad de Windows 7, algo que si bien es riesgoso, ha permitido mantenerlo operativo en sectores donde la modernización no es viable a corto plazo. Esto plantea un reto adicional para Microsoft y para los expertos en ciberseguridad, ya que la proliferación de estos sistemas antiguos amplía la superficie de ataque a nivel global.

Un futuro incierto para millones de dispositivos
La resistencia de los usuarios a migrar a sistemas más recientes evidencia la brecha entre las exigencias tecnológicas actuales y las realidades económicas y técnicas de muchos hogares. No se trata solo de una decisión de preferencia, sino también de acceso, compatibilidad y confianza en el nuevo software.
Si bien Microsoft ofrece soluciones temporales, la creciente adopción de sistemas sin soporte representa un riesgo colectivo. Más allá de las decisiones individuales, esta transición marcará uno de los mayores retos en materia de seguridad digital y sostenibilidad tecnológica de la última década.
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