El arte de la imitación

Propuestas que combinan elementos de otros juegos en una fórmula perfecta


Aceptémoslo, nuestro entretenimiento favorito, una industria que genera anualmente más ingresos que la cinematográfica, está lejos de caracterizarse por su originalidad. Año con año, incontables propuestas se lanzan bajo una cortina de humo que asegura frescura y reinvención, pero al final se trata de las mismas experiencias, con una ligera capa de pintura de otro color. No se trata de criticar el trabajo de los profesionales del pixel, pero es un hecho tangible y evidente que la imitación es una cualidad básica de los videojuegos.

Sin quitarle crédito a los desarrolladores actuales, este fenómeno existe desde antes que surgieran pioneros como Spaces Invaders y Pac-Man, conservándose como una tradición secreta de la que no se habla, pero que caracteriza casi cada proyecto nuevo. Culpa nuestra o síntoma natural del medio, pero mientras las ventas no favorecen a joyas de la creatividad como LittleBigPlanet u Okami, los creadores especializados en juegos de guerra no hacen sino llenarse los bolsillos de billetes tras el éxito de sus productos. Ante este panorama de carestía innovadora y el hecho de que algunos títulos incurran en plagio evidente, es casi un accidente que existan propuestas genuinas cuya virtud radica en tomar las mejores ideas de otros, para mezclarlas en una fórmula esplendorosa. Es así como decidimos revisar la lista de lanzamientos de este año para resaltar seis casos ejemplares en que falta de originalidad no impidió que se volvieran obras maestras.

    Batman: Arkham City

Qué mejor forma de comenzar nuestro conteo –que no está en orden específico– con uno de los mejores juegos del año, la más reciente aventura del Caballero de la Noche. Desde el antecesor de este título magistral, ya se evidenciaban las similitudes con las misiones de infiltración del enigmático Sam Fisher, y como este indómito agente gubernamental, el hombre murciélago se mueve sigilosamente cubierto por el velo nocturno. Colegas de profesión, también comparten juguetes tecnológicos y aunque el espía no gusta de portar capa o antifaz, ambos tienen predilección por caer sorpresivamente sobre sus víctimas, inhabilitarlas y desaparecer silenciosamente entre las sombras.

El detective enmascarado, sobrenombre originado por su deducción y perspicacia, sumó a sus dotes de observación la búsqueda de pistas forenses estelarizada en Condemned: Criminal Origins. En tanto en el juego de suspenso esta característica ayudó a la ambientación de misterio y horror, para Batman es una característica más de maestría que se suma a su repertorio de talentos.

La rendición de homenaje al pasado no termina ahí, cuando se habla de un sistema de actualización de habilidades podríamos remontarnos a Super Metroid o incluso Mickey Mouse’s Land of Illusion, pero en la era del 3D a quien corresponde el mérito es a Ratchet & Clank, que mantenía el ritmo justo de nuevos instrumentos y armas de acuerdo con tu habilidad, permitiendo visitar otras zonas del juego una vez conseguías la herramienta adecuada, curiosamente igual que en Arkham City.

El mérito de esta colección de hazañas de Batman reside en que es una auténtica historieta de tono sombrío, envuelta en un sistema de juego en extremo refinado, con la mezcla precisa de acertijos, combate y exploración.

Aunque no es una réplica exacta, la morgue de Arkham Asylum nos recuerda Eternal Darkness, en tanto los trucos mentales de Scarecrow lucen similares a los efectos de locura en la creación de Silicon Knights
Aunque no es una réplica exacta, la morgue de Arkham Asylum nos recuerda Eternal Darkness, en tanto los trucos mentales de Scarecrow lucen similares a los efectos de locura en la creación de Silicon Knights
    Forza Motorsport 4

En el ámbito de las carreras hay dos posturas bien definidas: la que se orientan a la simulación, y la que opta por una experiencia más Arcade –o de acción–; Forza está en pos del realismo y su inspiración surgió de Gran Turismo. Antes del popular título automovilístico de Polyphony, los juegos de autos sólo eran populares en PC, y a decir verdad, era el único hogar donde podían explotar su potencial plenamente. Cuando llegó el gran tour, el género cambió en el ecosistema de las consolas, con la adición de centenares de licencias de vehículos a tu cochera y posibilidades de personalización a la carrocería.

Sin embargo, realismo no es una palabra que pueda definir del todo a Forza, en especial en sus entregas más recientes que incluyen nuevas características. Una de ellas es el Action Replay, alternativa que permite mirar la carrera una vez finalizada. Mucho se podría argumentar en defensa de Virtua Racing como parteaguas de los juegos de su tipo, pero la principal razón es que podías ver tus espectaculares hazañas desde cualquier ángulo, después de haber obtenido la victoria.

Y ya que estamos con las reminiscencias, es fácil argumentar que la opción de regresar algunos segundos el avance de la carrera –que para muchos es casi sinónimo de hacer trampa– surgió de Full Auto, la primera propuesta automovilística para el Xbox 360; la realidad es otra, y tampoco tiene que ver con Prince of Persia: Sands of Time ni Blinx, sino con RaceDriver: GRID, que implementó con seriedad esta alternativa en el ámbito de las competencias de bólidos.

Sobresaliente en la materia, Forza Motorsport 4 es desmesuradamente comprensivo, al permitir personalizar tu experiencia tanto como quieras, con lo que ofrece incontables horas de entretenimiento en cuatro ruedas.

Ridge Racer 4 sorprendió con su limitado pero innovador editor de estampado, lo que Forza mejoró con peculiar maestría
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    Dead Island

Una experiencia de juego repleta de muertos vivientes en una isla paradisíaca es atractiva para todo amante del tema zombi, en particular porque es la primera vez que se aborda esta ambientación dentro de un videojuego. Pero por más original que luzca la propuesta, comienza su emulación de trabajo ajeno no con la presencia de seres de ultratumba –al ser un género no podríamos considerarlo plagio–, sino con el escenario donde se desarrolla. Sospechosamente parecido a Far Cry 2, puedes recorrer los parajes isleños de una punta a otra, hurgando hasta en los rincones más escondidos, causando caos y destrucción por doquier.

Pero la virtud más grande de Dead Island la debe a un juego que pareciera no tener ninguna relación: The Elder Scrolls IV: Oblivion. Con rasgos reminiscentes al juego de Bethesda, la creación de Techland nos sitúa en una perspectiva en primera persona, permitiendo usar principalmente armas de rango corto para enfrentamientos cuerpo a cuerpo, y aunque en esta masacre zombi no es posible usar hechizos, la magia proviene de poder construir tu propio arsenal, una similitud casual con Borderlands.

Noquear zombis en dosis constantes es un hábito frecuente en los juegos que los utilizan como temática, pero sólo Dead Rising lo lleva al frenesí, tradición que Dead Island hace suya con singular alegría
Noquear zombis en dosis constantes es un hábito frecuente en los juegos que los utilizan como temática, pero sólo Dead Rising lo lleva al frenesí, tradición que Dead Island hace suya con singular alegría

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