Papás, respeten la ESRB

Sobre la ignorancia de las clasificaciones de videojuegos


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"¡Pero es que yo quería el GTA!", gritaba desconsolado y enfadado un jovencito quizá de 11 años en un expendio de videojuegos y películas al poniente de la ciudad hace escasas semanas. Era, en términos generales, el clásico berrinche. Ése que pasa desapercibido la mayor parte del tiempo; ése que se pierde en un mar de miradas y en el barullo de la multitud que con urgencia se mueve por un centro comercial. Sólo que esta vez, yo estaba para verlo.

El abuelo miraba al pequeño manifestando una mezcla entre angustia y desconcierto por no saber de qué rayos hablaba su nieto; todo esto mientras la cajera insistía en el carácter violento y para adultos del juego en cuestión, aunque teniendo cuidado de no agravar una situación de por sí incómoda. Inagotables lágrimas brotaban de los ojos del niño, cuyo mundo en ese momento giraba en torno a un juego que, en sus palabras, todos sus amigos tenían ―todos, excepto él―. La típica desgracia infantil estaba ante nuestros ojos. La mamá esperaba afuera y exhortaba con enfado al niño para que eligiera un juego y terminara con el drama. Hasta ahí, todo parecía transcurrir como debía, a pesar de los gritos y el desgarro de vestiduras. Después de todo, Grand Theft Auto V es, entre los juegos para adultos, el que más merece la clasificación.

Si esto pasa en el extranjero, ¿qué pasará en Latinoamérica?
Si esto pasa en el extranjero, ¿qué pasará en Latinoamérica?

La escena entró en un impase. El niño no daba su brazo a torcer, el abuelo no tenía idea de qué hacer y, pese a su aparente firmeza, la mamá se negaba a dejar el lugar con su hijo insatisfecho, la encargada ―quizá por cansancio, ignorancia o una mezcla de ambas ante una fila creciente de clientes detrás de la familia―, ofreció una alternativa al desolado pero también astuto niño: Call of Duty: Modern Warfare 3. Un juego que puede parecer inocuo comparado con Grand Theft Auto, pero, pese a su popularidad, porta la misma restricción para menores de edad que el éxito de Rockstar.

Aunque notoriamente inconforme, el niño finalmente cedió y el nudo se desató, lo que permitió que la encargada de la tienda continuara con su trabajo, y que los familiares evitaran la molestia de regresar a casa con un niño irritado. Esta escena puede parecer intrascendente. Que los niños hagan berrinche es, al final del día, un hecho de la naturaleza y dudo que ceder ante ellos sea inaudito. Por otro lado, para la industria del videojuego el evento engloba un grave problema, uno que no es propio de Latinoamérica, sino del medio en general y el cual le ha causado jaquecas en más de una ocasión. ¡Caray! El Top 5 de Niños Rata es la más clara muestra de que éste es un síntoma de descuido generalizado.

Esta semana, padres ingleses pusieron el grito en el cielo cuando un órgano educativo de aquel país amenazó con dar aviso a las autoridades competentes ante la sospecha de que alumnos menores de edad jugaran títulos para adultos. De inmediato recordé la escena antes descrita. No soy padre, pero el típico "no me va usted a decir cómo educar a mi hijo", sugiere que meterse entre un niño y sus papás es algo tremendamente irritante, casi un pecado. La respuesta de la sociedad de padres en Inglaterra fue de reprobación: "Pienso que las escuelas están saliendo de lo que probablemente es aceptable.", señaló Margaret Morrissey, portavoz del órgano de padres de familia, Parents Outloud y tiene algo de razón; por otro lado, sin importar quien diga la última palabra, lo cierto es que existe una grave crisis de accesibilidad en la industria de los videojuegos y otra de congruencia.

Nos molesta la idea de criminalizar la distribución de juegos para adultos a menores y Buda sabe que también nos resulta insoportable la noción de clasificaciones adicionales, pero cuando viene el incidente violento, el asesinato, el crimen, todos voltean a ver a los videojuegos para adultos como los culpables e ignoran conscientemente la negligencia de las clasificaciones, las cuales no existen cuando se trata de acallar a un jovencito, ni tampoco cuando un juego es —en apariencia— culpable por un hecho desafortunado. Pensé que tras la masacre de Connecticut iba a haber algunos cambios, pues el asunto llegó hasta la Casa Blanca, pero a más de un año de aquella desgracia, las cosas parecen seguir igual.

Cuando viene el incidente violento, todos culpan a los juegos

Me pregunto qué pasaría si —como dicen los abuelitos "dios no lo quiera"— el niño del que hablé al inicio en algún momento perpetrara un escandaloso crimen y apareciera Call of Duty: Modern Warfare 3 entre sus pertenencias. ¿El abuelo o la mamá recordarían que el juego ostentaba una clasificación que no correspondía a la edad de su familiar o que la empleada del expendio advirtió al respecto? Culparla sería otra opción, pero por ahí dicen también que "el cliente siempre tiene la razón" y cuando se trata de aplicar las reglas, ¿no deberían ser los padres deberían ser los primeros en hacerlo? Estoy seguro que muchos lo hacen, pero en este tema concreto, es evidente que muchos otros, no.

Este símbolo significa no apto para un niño
Este símbolo significa no apto para un niño

Todo esto nos lleva al meollo del asunto: el desconocimiento de las clasificaciones. Sería muy interesante entrar en cualquier tienda de videojuegos y preguntar a los papás —cuando pagan en la caja— si tienen idea de qué es la ESRB, qué significa la letra mayúscula en la portada, qué es PEGI, etcétera, porque apenas la semana pasada me topé con un niño en Far Cry 4 ―otra entrega para adultos― a la una de la mañana. En algún momento escuché que alguien entró en su habitación y le preguntó qué estaba haciendo. El jovencito describió que se trataba de la expansión para el juego de Ubisoft y continuó la sesión. Si esto no es descuido, entonces no sé qué es. También cabe la opción de que sean los hermanos mayores quienes faciliten el acceso a estos juegos, en el entendido de que en Estados Unidos, las reglas apliquen con más fuerza, pero el problema persiste.

La ESRB es, para simplificar, el órgano que dicta lo que es para niños y lo que no en el ámbito de los juegos, y la M es a los videojuegos lo que la C es a las películas. Minecraft es para niños, Halo: The Master Chief Collection, no.

Pero la responsabilidad es compartida, porque si los papás no entienden las clasificaciones es porque no hay seriedad y, para ser honestos, el de la ESRB no es el método más intuitivo y localizado que puedo imaginar. Pero para eso existe una aplicación gratuita con reconocimiento de voz y el portal oficial de la junta también está en español.

En el transcurso de los últimos 2 años ha habido en México y otras partes de Latinoamérica insinuaciones de nomenclaturas nacionales y todos ―me incluyo― hemos saltado de la butaca para protestar. Las cosas en este país distan de hacerse con rectitud en cualquier ámbito y la politización del asunto era digna de terror, con implicaciones de atraso e incremento de precios. Y es que si los papás ― con seguras excepciones― poco saben de juegos, existen escasos motivos para pensar que los políticos sí y ya ni hablar entonces de confianza.

Así las cosas, no hay solución directa y simple para el problema. Si no queremos una clasificación nacional ni que los maestros tomen cartas en el asunto, entonces es preciso que la ESRB replantee su estrategia, pero también que los padres tomen esto con mayor solemnidad. Hoy vemos los escándalos relacionados con clasificaciones en Estados Unidos o Inglaterra como algo muy distante, pero quién dice que algún escándalo no pasará en nuestros países y entonces —marquen mis palabras— todo mundo se va echar encima de los videojuegos igual o peor de lo que ha ocurrido en el vecino país del norte. La culpa no es de los videojuegos per se, pero todos como comunidad estamos haciendo un pobre trabajo en cuanto al respeto de los lineamientos. Nos molestan las reglas pero cuando hay problemas, somos los primeros en atacar al medio como si éste fuera una pistola humeante. No esperemos a que sean los políticos o los maestros quienes tomen decisiones a la mala sobre los pasatiempos de los niños.

Mientras esperamos una nueva estrategia de la ESRB, te hacemos, papá, una aclaración: ni GTA, ni Call of Duty, ni Gears of War son para niños, sin importar cuántos de ellos hablen de dichas franquicias en la escuela y todo aquel juego con una M de maduro en la portada, es inapto para tus hijos.

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