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2019 no podía comenzar sin algún acontecimiento que remeciera a la industria del entretenimiento y no fue sino hasta el pasado jueves 10 de enero que la burbuja del conglomerado financiero Activision-Blizzard terminó de romperse después de una oleada de polémicas que tenían en «tela de juicio» a la desarrolladora estadounidense.
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Una situación que remonta sus inicios desde sus anuncios en la pasada versión de BlizzCon y que culminó con el anuncio no solo del retiro del director ejecutivo de la compañía, sino que además con el retiro de Bungie como compañía socia de Activision para el desarrollo y publicación de la franquicia «Destiny», de quien ostentaban todos los derechos hasta el día jueves.
Posterior a este quiebre, es la misma Bungie quien anunció encargarse como la propia distribuidora del juego en sus próximas ediciones en una delicada situación que según reportes aseguraría se produciría el año 2020 en conjunto con el lanzamiento de las próximas consolas de novena generación.
Según comentó la firma analítica Cowen & Company en conversación con GameSpot, el acuerdo entre ambos estudios en un principio exigía una nueva entrega del juego cada 2 años, algo que finalmente se terminó moviendo a 3 previo al lanzamiento de la segunda entrega de la franquicia y sería algo que habrían mantenido así hasta hace escasos meses.
Esto quiere decir, que según el calendario de planificación del estudio interno según las órdenes de Activision, Destiny 3 debería estar en una fase de desarrollo muy adelantada, algo que les permitiría estrenar el título el año que viene de manera totalmente independiente.
“Los juegos no lograron el tipo de flujo de ingresos constantes que Activision quería”, afirmó la compañía.
(Fuente)
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